La postergación de la visita de Estado de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff , a su homólogo estadounidense, Barack Obama, luego de las nuevas revelaciones de espionaje a partir de documentos de Edward Snowden, representa un revés temporal, pero no son una amenaza para el desarrollo de una relación comercial y económica creciente entre los dos países, opinaron diplomáticos y expertos brasileños. http://bit.ly/1dJYjN1
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Por: Alfredo Sotomayor
Corresponsal de Legiscomex.com Washington 25 sep 2013
Aunque el aplazamiento del viaje pone en entredicho la eventual compra por parte de Brasil de 36 aviones caza Súper Hornet manufacturados por la empresa estadounidense Boeing y dificulta el interés del sector privado de EE UU en el segmento energético, expertos creen que difícilmente se truncará una relación ampliamente diversificada que incluye al comercio, inversiones, medio ambiente, derechos humanos y tecnología.
“La relación entre EE UU y Brasil necesita un tratamiento de ‘shock’… Necesitamos un nuevo pensamiento”, opinó el ex embajador de Brasil en Washington, Rubens Barbosa, quien sostiene que a pesar de una relación económica pujante, los dos países requieren ahora desarrollar una nueva visión estratégica. “Durante la administración Obama, Turquía, Corea del Sur e India fueron puestas en otro nivel. Si queremos restaurar la confianza entre Brasil y EE UU, la administración Obama debe pensar cómo diferenciar a Brasil, no por razones estratégicas o militares, sino para el comercio la inversión y áreas sensitivas”, sostuvo el diplomático brasileño. Ciertamente, la decisión de la presidenta Rousseff de cancelar la única cena de Estado de Obama en Washington en el 2013 fue vista en EE UU como una confirmación de la difícil relación política que han tenido los dos países durante los últimos 10 años, en especial en el Gobierno del ex presidente Inazio Lula da Silva, del Partido del Trabajo, para el cual todo acercamiento con Washington es incómodo. Tampoco fue ignorada una lectura política doméstica, toda vez que la postergación evitó que Rousseff apareciera como sumisa en momentos que se encuentra debilitada en las encuestas justo cuando busca reelegirse a la presidencia en el 2014. Además de que los dos países no tenían planeado hacer anuncios espectaculares durante la visita y Obama enfrenta una coyuntura compleja por Siria y por las negociaciones presupuestales con los republicanos. Durante el mensaje inaugural de la 68 Asamblea General de Naciones Unidas, Rousseff desplegó públicamente su malestar por la decisión de la administración Obama de espiar a su Gobierno y a empresas cariocas como Petrobras, y emplazó al organismo multinacional a supervisar un nuevo sistema global que proteja las garantías individuales y evite que el internet caiga presa de restricciones por motivos políticos, comerciales o religiosos. “El momento está maduro para crear las condiciones para evitar que el ciberespacio sea empleado como una arma de guerra, a través del espionaje, del sabotaje y de ataques contra los sistemas y la infraestructura de otros países… Los argumento de que la intercepción ilegal de información y datos buscan proteger a las naciones del terrorismo, no tiene sustento”, sostuvo Rousseff. En respuesta indirecta y sin mencionar los casos de Brasil o México, el presidente Barack Obama señaló ante las delegaciones de más de 180 países que su administración empezó a revisar la manera en la que recolecta información de inteligencia, a fin de lograr un balance apropiado entre las “legítimas preocupaciones de seguridad de sus ciudadanos y aliados, con las preocupaciones de privacidad que todos comparten”. “Como resultado de este trabajo y cooperación con nuestros aliados y socios, el mundo es más estable ahora que hace cinco años”, remató Obama, quien no hizo mención de Latinoamérica durante los 45 minutos de su mensaje ante la Asamblea General.
¿Exageraciones?
João Augusto de Castro Neves, experto en Brasil de Eurasia Group, sostiene que el impacto real de la posposición ha sido “exagerado”, debido a que los vínculos económicos entre EE UU y Brasil –el mayor socio comercial sudamericano de Washington—han prosperado en los últimos años “no gracias a las relaciones entre los dos gobiernos, sino a pesar de ellos”.
Aunque los dos países tuvieron una balanza comercial de más de USD75.000 millones, en el 2012, la cifra palidece en comparación con los casi USD500.000 millones entre EE UU y México, de allí que analistas justifiquen la reacción diferenciada que tuvieron funcionarios mexicanos y brasileños cuando afloraron las nuevas revelaciones de espionaje. Pero Castro Neves sugiere que subsiste un problema de fondo en la relación de los países, provocada en mayor parte por las ambigüedades con las que Brasil aprecia la relación con EE UU y por problemas internos de coordinación entre diversos sectores de la sociedad brasileña. “Brasil no sabe lo que quiere con relación a EE UU. Se queja cuando no es el centro de atención y se queja cuando es el centro de atención. Además hay una falta de coordinación entre el Gobierno, el sector privado y a academia. Existe una desconexión entre estos tres sectores, en comparación con lo que ocurre aquí en EE UU, donde es más fácil tener a una planeación estratégica”, señaló. Peter Hakim, del Dialogo Interamericano, sostiene que más allá si la visita de Rousseff a Washington se traducía o no en avances significativos, era una oportunidad inmejorable para apuntalar lo que algunos políticos brasileños perciben como la urgencia de que EE UU altere su estereotipo de Brasil y lo coloque en una posición diferenciada entre otros países de la región. “La visita era un esfuerzo por diferenciar a Brasil y unirse a un grupo de países poderosos internacionalmente como China e India, o a aliados muy cercanos como Gran Bretaña, Canadá o Israel ¿Por qué no venir con una agenda, por qué no tener entonces una agenda que esté a la altura de una visita presidencial? Allí es donde veo una desconexión”, señaló Hakim.
Horizontes
Desde la perspectiva de Brasil, la situación económica y geopolítica de los últimos 10 años ha registrado una serie de cambios que justifican el nuevo rol diferenciado que Brasil debe jugar en la escena global: EE UU perdió influencia en Latinoamérica y ha sido desplazado por China, mientras que Brasil ha ganado peso en la región y es una voz de vanguardia en temas como energía y medio ambiente.
Adicionalmente, para el gobernante Partido de los Trabajadores, EE UU no es visto como una prioridad, de ello que las iniciativas regionales brasileñas --como la Unión de Naciones del Sur (Unasur)-- hayan relegado a Washington, al grado que China es ahora el socio comercial número uno de la economía carioca, la séptima más grande del mundo y miembro del grupo emergente BRIC (Brasil, Rusia, India y China). En opinión del ex embajador Barbosa, quien realiza misiones de empresarios entre los dos países, la relación oficial y de negocios entre Brasil y EE UU debe guiarse en el mediano plazo en tres puntos centrales. En primer lugar, conectar los “intereses reales” del Gobierno y el sector privado, no solo en áreas como las exportaciones tradicionales, sino también en temas sensitivos, como la defensa, En segundo lugar, EE UU debe cambiar su percepción del estereotipo de Brasil. “El país ha cambiado. Tenemos problemas e imperfecciones pero también muchas potencialidades. Existe un nuevo Brasil con una clase media… Ver a Brasil desde la óptica de México o Cuba es cosa del pasado. No funciona”. Finalmente, sostiene que Brasil debe definir con precisión qué quiere de su relación con el país norteamericano. “Actualmente, estamos en negociaciones comerciales con Europa no con EE UU, pero el hecho de que una delegación de empresarios de Brasil vino a proponer un acuerdo de libre comercio es importante”, asegura Barbosa. |
miércoles, 25 de septiembre de 2013
EEUU y Brasil, en urgencia de una ‘sacudida’política y económica
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